Higiene bucal y enfermedades infecciosas: SIDA
23 de Noviembre de 2016
El SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) apareció como una auténtica epidemia mundial allá por los años 80 del siglo pasado, convirtiéndose en una lacra para determinados grupos de población que se vieron especialmente afectados y señalados pero, afortunadamente, hoy en día los avances científicos han conseguido frenar su avance y mejorar la vida de los enfermos. De hecho, con los nuevos tratamientos antiretrovirales altamente activos, se consigue mantener el virus a raya y convertir a la persona infectada en un enfermo crónico con una esperanza de vida prácticamente similar a una persona no infectada. El SIDA es la etapa más avanzada de la infección producida por el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), y que puede o no aparecer en individuos infectados, de hecho el virus puede permanecer sin mostrar síntomas evidentes hasta 10 años en ausencia de tratamiento antiretroviral.
Por ello, es muy importante la atención a los primeros signos y síntomas visibles del VIH, los cuales suelen aparecer por primera vez en la boca. Así, los profesionales de la salud bucal (odontólogos, higienistas dentales, etc.) tienen un papel crucial para detectar a los pacientes infectados así como procurar un bienestar que no hay que subestimar.
El virus del VIH no afecta a los dientes pero sí a los tejidos blandos, como labios, lengua, encías o la piel del paladar. Solo cuando aparece la enfermedad, SIDA, y en fases muy avanzadas, comienzan problemas más severos como destrucción de encías y hueso. Sin embargo, como efecto secundario a determinados fármacos antiretrovirales puede aparecer sequedad de boca al disminuir el flujo de saliva, lo que aumenta el riesgo de caries dental.
La salud bucodental es especialmente importante en personas infectadas con el VIH y pacientes enfermos del SIDA porque las afecciones bucales son muy comunes (más del 90%) entre este grupo de personas, con problemas como placas blancas o amarillas, llagas o úlceras, infecciones de encías, herpes labial, placas oscuras y boca y garganta seca o doloridas. Además, las lesiones orales pueden anunciar el deterioro de la función inmune de los infectados por VIH, por lo que los especialistas pueden adelantarse y comenzar con tratamientos diferenciados. De igual manera, si se controla cualquier foco de infección en la boca se eliminan riesgos de otro tipo de infecciones sistémicas, que pueden ser muy graves en personas con la función inmune afectada, como es el caso.
No hay que olvidar también la calidad de vida de estos pacientes. El mal funcionamiento de la dentadura afecta de manera muy negativa a acciones rutinarias como comer, lo que puede hacer que adelgacen y se generen trastornos psicológicos además de físicos. Sin olvidar que si existe dolor al comer y tragar se genera una barrera para realizar un tratamiento médico con éxito, por ejemplo a través de pastillas o comprimidos.
Por ello, en los casos de pacientes con VIH o SIDA, es muy importante la colaboración y estrecha relación entre los profesionales de la salud bucal y el resto de equipos médicos que participan en el tratamiento de este grupo de personas.
La higiene bucal adopta en este tipo de pacientes una, si cabe, mayor importancia, con pautas tan sencillas como efectivas como el cepillado periódico de dientes usando un cepillo suave, cuidando no dañar las encías; la utilización de seda o cinta dental para eliminar el biofilm en los espacios interproximales, el uso de antisépticos bucales como complemento así como el de fluoruros (colutorios, pastas dentales) para prevenir y reducir la incidencia de las caries.
Igualmente, las visitas regulares a los profesionales de la salud bucal son vitales y ciertamente complejas de mostrar en aquellos pacientes que, estando infectados por el VIH, aún son asintomáticos. Instituciones como la estadounidense Agency for Health Care Policy and Research (AHCPR) estiman que los pacientes con VIH deben ser examinados por su odontólogo al menos cada seis meses, revisiones en las que se localizarán la presencia de lesiones o complicaciones que deban ser tratadas. Igualmente, los profesionales pueden prescribir complementos para fortalecer la higiene bucal y lograr así una adecuada calidad de vida.